Llegamos al ecuador de nuestro viaje, con un poco de cansancio, pero con ganas de seguir visitando la region germana.
El despertador suena a las 09:30 y rapidamente que nos levantamos, ya que hoy tenemos un dia intenso. Desayuno, y manos en la cocina para preparar una estupenda y rica tortilla de patatas para que podamos comer en nuestra siguiente parada, preparada con mucho mimo por nuestro chef Josemi. Tras ponernos guapos, salimos a la calle en este dia soleado direccion al aeropuerto para recoger a Jose Angel y asi recomponer el grupo en la aventura que es nuestro viaje.
Montados los cinco en nuestro gran coche, ponemos rumbo a Heidelberg, localidad alemana famosa por su castillo, sus puentes sobre el rio Neckar y por su universidad. Nos tomamos unos bocatas de tortilla en un parquecito cercano al centro, y alla que nos dirigimos para contemplar sus edificios de corte clasico, intercalados con iglesias y con edificios de la universidad.
Paseamos por sus calles adoquinadas del centro historico, preocupados ahora por si nos llega una multa del ayuntamiento por la rotura de varios de esos adoquines por parte de Josemi, ya que estuvo a punto de caer varias veces al suelo. Por mera curiosidad entramos en la biblioteca universitaria, y a la salida nos dirigimos al funicular para subir hasta el castillo.
Maravillosas vistas las que se pueden contemplar de toda la ciudad desde alli, y aun mas grande es el castillo en si, aunque en ruinas en algunas de sus partes. Bajamos andando desde alli, de nuevo a la ciudad, y procedimos a cruzar el puente antiguo, no sin antes pasar a tocar la estatua del mono que se encuentra en uno de sus extremos, que segun nos conto Alberto, hace que se vuelva a la ciudad (el lo hizo cuando estuvo hace dos años, y ha vuelto).
Al otro extremo del puente, subimos por el camino de los filosofos, camino empinado y angosto, que solo pudimos completar hasta un pequeño mirador, donde se veia la ciudad y donde procedimos a realizar gran cantidad de fotos, algunas con gran estilo e imaginacion.
Unas gotas de lluvia nos hicieron volver al centro, donde entramos en una taberna tipica alemana para degustar unas cervezas de elaboracion propia (7º), y el famoso codillo de cerdo, el cual estaba delicioso. Una amena charla, y sorprendidos por el secador de manos del local, puso final a un gran dia por Heidelberg, donde deseamos y prometemos volver algun dia.
Un poco de pasta para reponer fuerzas, y a descansar.
Hasta mañana.
Tampoco me caigo tanto, solo una vez lo demás son solo traspiés, jeje. No os preocupeis ninguno, que vuelvo de una pieza.
ResponderEliminarMi Jose tendría que cambiar su vocación, parece un agente de viajes vendiéndonos el paquete de Frankfurt.
ResponderEliminarP.D. Deja que los demás nos cuenten "tus cositas". Un abrazo para todos. Familia Roldán Sastre.
PD2: Jose si vuelves otra vez por tocar la estatua, me llevas contigo (tu hermanita)
Lo de las caidas de Josemi es un clasico, ya en Lisboa hace unos años se cayo una vez... mejor no lo recordemos... :D (pepe y alberto sabran de que hablo)
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